Historia de la Iglesia La Luz del Mundo en España

Las primeras conversiones al evangelio fueron en 1979. El matrimonio que llegó a Librilla se traslada a San Andrés de la Barca provincia de Cataluña, con ellos llegan también evangelizadores para comenzar ahí el trabajo, cabe mencionar que seguían visitando la naciente Iglesia de Murcia pues ahí se reunían los hermanos cada día para servir a Dios y en 1980 se bautiza un grupo pequeño de creyentes y otro grupo en 1981.
En enero de 1982 uno de los ministros se trasladó de San Andrés de la Barca a Alcantarilla Murcía a vivir junto con los jóvenes, mismos que en mayo de ese año se integran a la Iglesia del Señor.
Casi de manera simultánea, en San Andrés de la Barca también se efectúan 7 bautismos, fue en ese año cuando nacen formalmente dos congregaciones ya con un grupo de creyentes cada uno y un Ministro al frente de ellos; Alcantarilla y San Andrés de la Barca.
En el mes de agosto de 1982 en la ciudad de Guadalajara durante la Santa Cena -evento religioso internacional que efectúa cada año la Iglesia conmemorando la muerte de Cristo- a Hermosa Provincia llega el primer grupo de creyentes provenientes de España; el primer país de Europa conquistado por el evangelio.
La primera visita hecha por el Apóstol de Jesucristo Samuel Joaquín Flores a España fue en octubre de 1982 a la iglesia de Alcantarilla y San Andrés de la Barca.
El trabajo evangelizador, la constancia, el poder de la palabra y la paciencia han dado frutos a lo largo de las últimas décadas pues la iglesia se ha seguido extendiendo por las comunidades y provincias de todo el país.
Ha crecido el número de obreros evangelizadores, así como los creyentes que aceptando un cambio de vida han visto los beneficios en ellos y sus familias, pues la palabra de Cristo llega al corazón a cambiarlo para seguir nuevos valores, normas que respetan y aman su entorno, su cuerpo y a sus semejantes.
Hoy por hoy, la Iglesia La luz del Mundo tiene presencia en toda España así como en varios países de Europa y sus templos son puntos de encuentro para deleitarse en un servicio espiritual y una sana convivencia fraternal. Sus miembros son ciudadanos respetables y cumplidos con su deber civil, social, moral y religioso.